Una adivinanza poética del Diálogo de las Lenguas
Juan de Valdés es el humanista español que escribió, en Nápoles y a mediados del siglo XVI, El diálogo de las lenguas, una obra con la que me he topado en este mes de septiembre, y que no quiero dejar que pase inadvertida entre los curiosos y amantes de la lengua.
Es muy interesante por dos motivos: el primero, y más evidente, es que habla de la lengua española y da su criterio para su correcta escritura. El segundo, y con más grado de interés, es que su criterio para la correcta escritura es el siguiente: es mejor escribir tal y como pronunciamos, y hemos de conformar una manera de escribir las palabras que pronunciamos que nos muestre cómo han de ser pronunciadas al leerlas.
Esto diré en cuanto al interés del Diálogo de la lenguas. Pero en lo que me quiero centrar en este escrito es en un retazo de la obra: una adivinanza, presentada en forma de poema, del cual quiero proponer yo una respuesta.
A continuación, la adivinanza adaptada a nuestro castellano contemporáneo, y tal y como se nos presenta originalmente en el libro:
Qué es la cosa que sin ella
más claramente la vemos:
y si acaso la tenemos,
no sabemos conocerla.
Cuanto ella es más perfecta
en aquel que la posee:
tanto a él es más secreta,
y todo el mundo la ve.
Mis razones, razonamientos y propuesta
Comencemos descifrando esos versos. ¿Qué cosa es la que vemos más claramente sin ella? ¿Qué es la cosa que si llegamos a tener no sabemos (o podemos) conocer? Ella, ¿es una cosa, o una persona? ¿Qué cosa es en el que la posee más misteriosa y secreta cuanto más perfecta es, mas en ese estado todo el mundo la ve?
Al leer «Cuanto ella es más perfecta / en aquel que la posee», podemos fácilmente entender que la cosa que buscamos puede ser más o menos perfecta en la persona poseedora de la misma, es decir, que corresponde a una cualidad, un arte, una técnica o un sentido, los cuales pueden ser mejorados en busca de la perfección. Por ejemplos de cualidad, hemos de observar que podemos poseer una forma de hablar, unos ojos o unos labios perfectos; por ejemplos de arte, podemos poseer o buscar perfección en el dibujo o en la música; por ejemplos de técnica, se puede alcanzar la perfección (o intentar acercarse a ella) en los movimientos del kárate o del ballet; y para finalizar, por ejemplos de perfección en los sentidos, están los músicos, que entrenan su oído para identificar las notas musicales, y los expertos que agudizan su gusto para catar mejor el vino. Con esto justifico y casi me convenzo de que lo que buscamos es una de estas cuatro cosas: una cualidad, un arte, una técnica o un sentido; o quizás algo que comprenda y mezcle estas categorías.
Con todo esto dicho, propongo arriesgarme con la siguiente respuesta: aquello de lo que habla este enigmático poema es el conocimiento de la Lengua.
Pues sin el conocimiento consciente de la Lengua, por circunstancia de ser materna y de escucharla hablar, muy claramente la entendemos («Qué es la cosa que sin ella / más claramente la vemos»); mas el que indaga en la Lengua y por de pronto quiere conocerla, se encuentra con que a pesar de tenerla, le esconde tantos misterios, que descubre que la desconoce («y si acaso la tenemos, / no sabemos conocerla»). Y aquel que indaga en el conocimiento de la Lengua y lo perfecciona («Cuanto ella es más perfecta / en aquel que la posee»), muchos más misterios y nuevas preguntas encuentra («tanto a él es más secreta»), y son estos nuevos secretos que se le presentan los que realzan y dan crédito de su conocimiento de la Lengua, reflejado en el uso que hace de la misma, que siempre es y será usada para con los demás («y todo el mundo la ve»).
Estas son mis razones y razonamientos. Quiero añadir que me parece un enigma muy adecuado al tema que trata la obra y que toparme con él fue un regalo y un divertimento. Es una pena que al final del Diálogo de las lenguas ninguno de los presentes (ni Marcio, ni Coriolano, ni Torres, ni Valdés) se hayan acordado de dar respuesta a este enigma. Valdés emprendió su camino a caballo hace ya mucho tiempo, harto de las preguntas de sus amigos; pero el diálogo de las lenguas continúa, los modos y las expresiones cambian, nacen nuevas palabras, mueren viejas, y yo me siento tan lleno de preguntas, como de respuestas.
Fuente principal
La obra de Juan de Valdés, Diálogo de las lenguas, se encuentra recopilada en el segundo tomo de la obra de Gregorio Mayans y Siscar, Orígenes de la lengua española.
Puedes leer la obra de Juan de Valdés en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes haciendo click aquí.
La misma biblioteca virtual ofrece en formato pdf el primer tomo de los Orígenes de la lengua española. Puedes acceder al libro haciendo click aquí.
Espero que la respuesta a esta adivinanza poética haya sido de tu agrado. Puesto que nadie se había atrevido a desentrañarla todavía, diré que esta es la más verosímil respuesta que se ha dado hasta ahora a la adivinanza propuesta en el Diálogo de las lenguas.
Si has llegado leyéndome hasta aquí, permíteme darte mil gracias por tu curiosidad. Un saludo; ¡se despide el escritor!